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Autorretrato de mi silencio

Viaje Silente

“El silencio es un grito”
-Rodrigo Solís-

 

Toda creación preside de un momento de autogobierno interno y generativo en un ambiente inmerso y silencioso...

... ¿será posible callar la voz que se piensa y que se siente dentro de uno mismo, aunque sea por un instante?


Hace tiempo que Guadalupe Urrutia viene elucubrando distintos enfoques con la intención de situarse en el terreno del diálogo constructivo en pos de la expresión de su ser. Carente de inocuidad y vasta de significado, su propuesta es el resultado de un diálogo entrañable que pretende irradiar los rincones más oscuros de aquellas vivencias tomadas como momentos circunstanciales, unas veces banales y que a menudo nos llenan de un vacío indiferente y enmudecido, pero que otras veces, promueven el mínimo pretexto para hacerse la pregunta: ¿Qué pasa si...?


En su escultura, hallamos la derivación de una interminable espiral de emociones que yacen en lo más recóndito de su organismo e intelecto. El conocimiento de la composición se descubre cuando nos embarcamos en un viaje de inmersión, que inicia desde la superficie material para después alcanzar lo más profundo y llegar al lugar donde se gesta el devenir de la expresión. En lo más hondo de su creación, se encuentran unidos el saber con el querer y la mezcla de estos polos esencialmente distantes, dan como resultado el comienzo del éxodo que nos permite emerger, para finalmente, atracar en el horizonte corporal, trazado y esculpido magistralmente por la artista.


En la actividad creadora los límites conceptuales son flexionados hasta... romperse, dando pie a nuevas nociones; y en este afán de develar el ingenio silente (necesidad y sustento de la reflexión), Guadalupe Urrutia no circunscribe su labor objetiva al contorno visible de la forma, más aún, logra desplegar a manera de imágenes, la reproducción del objeto, con la finalidad de proyectar los contenidos originados por sus meditaciones internas.


El silencio se hace presente cuando no existe ninguna especie de referente sonoro, cuando la energía se marcha y no regresa a su progenitor, cuando no hay al menos una voz que proyecte y rompa con toda su fuerza significativa y, paradójicamente, no hay mejor genio que nos transporte a ese lugar donde, bien escuchado, los pensamientos tienen voz y los oímos, los sentimientos gritan y los silenciamos... a veces.


En un acto de tendencia lúdica, Guadalupe y su obra se miran fijamente, se señalan, se complementan y se platican, ¿qué? No importa, allá ellas... Pero eso sí, nos brindan la oportunidad para romper con un silencio inerte y vacío que da cabida a uno más franco, sin título, abierto y discursivo. Un silencio que nos murmura al oído: ¡grita!

 

César Alejandro Castro León
Curador del Museo Universitario “Leopoldo Flores”