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Anatomía Superficial

El Ser de la superficie


Las imágenes de Erika Kuhn, caminan desde donde nacen, es decir, conservan el registro de su origen.


Este origen, como casi todos los orígenes, asume su ambigüedad, una ambigüedad que ignora si es causa o efecto. Como causa aparece como el interrogante sobre ¿qué es mi cuerpo? Como efecto quiere ser la construcción de la apariencia de éste. Aunque sería posible invertir el orden.


Estas imágenes inciertas, a veces, fragmentos de cartas que nunca se envían. Otras, fragmentos de cuerpos que nunca se entregan; una suerte de collages que, aunque juegan con la presencia de objetos reales: pinzas de ropa, hilos, carretes, hojas de árbol, etc. dejan siempre el indicio de que no lo son, pues también queda una sensación de que dicen algo, más allá de su presencia, es decir, siempre representan.


El hecho de que los objetos representen más que, presenten, no es extraño en la vivencia del sujeto ya que, de algún modo, esa es la vivencia cotidiana para todos. Sabemos que están ahí pero, irremediablemente nos reflejan, son siempre una forma de espejos, que crean una imagen de nosotros, para nosotros mismos.


De modo que la propuesta artística de Erika Kuhn, se puede definir como el mostrar su propia vivencia de la construcción imaginaria de su cuerpo, mediante su relación con los objetos, esa vivencia sería su objeto artístico.


Vivencia que queda representada en sus imágenes a través de tres clases de objetos que ella ha decidido para crear una subjetividad: dibujos de cuerpos, metáfora de su propia imagen frente al espejo; objetos frágiles de la cotidianidad, que paradógicamente son aquellos frente a lo que, lo cotidiano se desnaturaliza y se vuelve significativo, objetos insignificantes para una mirada utilitaria pero, para ella objetos donde lo significativo aparece; finalmente, textos, lenguaje acentuando de éstos una cualidad visual que quizá le es ajena, lejos de su naturaleza como pensamientos pero que, sin embargo siempre dicen algo, tal vez, enmascarado dentro de una imagen, una forma de ocultar mostrando.


Tres metáforas: el cuerpo, fragmento imaginario; el objeto, fragilidad de lo insignificante; el texto, grito oculto en la seducción ambigüa de lo visual.


Las tres, irremediablemente versión de un mundo inundado por la fisura de ¿qué soy? Más allá de lo que los otros ven en mí ¿qué soy? Más allá de la superficie de un reflejo.

Janitzio Alatriste T.
2007